lunes, 28 de noviembre de 2016

USA, LOCUTI ESTIS VERBUM

Tras varios meses ausente de mi publicación, había multitud de temas sobre los que escribir. Podría haber retomado la actividad, comentando estos bochornosos meses de la política doméstica, del Brexit, de la situación en Oriente Próximo, de la paz en Colombia... ya habrá tiempo, sin duda el fenómeno que posiblemente más trascendencia tenga sobre el futuro de todo el planeta es Donald Trump.
Hacer valoraciones ahora mismo sobre el recién electo presidente de Estados Unidos parece tan arriesgado como imprudente, pero si en algo coinciden los analistas más reputados de los tres mundos, es que traerá consecuencias y no precisamente beneficiosas para el orden mundial establecido. Otra cuestión bien distinta es, si también traerá esos malos vientos para sus cerca de sesenta y dos millones de votantes. Se dice pronto ¡Sesenta y dos millones de personas! Electores que han elegido sobre el papel como líder a un xenófobo, misógino, megalómano y ultraconservador personaje ¿Cómo es posible que un país en teoría avanzado, elija semejante sujeto como presidente? Pudiera parecer una sorprendente anomalía o una broma pesada del sistema, pero es muy real y ya no debería sorprendernos. El populismo es un fenómeno reiterativo en la historia de la humanidad, y casi siempre con desastrosas consecuencias. Los pueblos, las personas, al fin y al cabo los electores perdemos la memoria y tendemos a repetir los mismos patrones una y otra vez, siempre confiados en que nuestro salvapatrias particular albergue las mejores intenciones.
Recuerdo ahora con cierta tristeza como a finales del milenio pasado, reflexionaba en un post sobre la llegada al poder en Venezuela del Arañero de Sabaneta y sobre cómo en Occidente se veía con lejanía y cierto desdén la aparición de estos movimientos populistas en América del Sur, me preguntaba si toda aquella verborrea tan vacía de contenido como surrealista podría calar en algún momento en nuestro continente. En la actualidad la respuesta parece obvia, pero hay que ubicar esa pregunta en un calendario que hoy se antoja muy lejano, a finales de los noventa, cuando hasta los "pocarropas" como yo podíamos mirar a lo más alto de la pirámide de Maslow, aquellos años en los que hasta la sociedad del bienestar ya se nos quedaba corta y aspirábamos a ser Suecia o Austria. Para gran parte de los ciudadanos españoles de aquel entonces, tan por encima del bien y el mal, arrogantes y soberbios la explicación a estos fenómenos populistas se encontraba en la posible incultura y desinformación de estos pueblos, algún avezado apuntaba a la generalizada pobreza y otros, solo unos pocos a señalar la frustración y el desencanto como las causantes del triunfo de un argumentario tan simplista y trasnochado como falto de verdaderos contenidos. En aquel entonces y a pesar de haber sufrido siquiera unas décadas antes el peor de los populismos de la historia de la humanidad, nadie sospechaba que de igual forma, todo el mundo libre sufriría el azote de esta plaga solo unos años después.
Volviendo a Trump, lo que queda claro es que Estados Unidos no es ni un estado fallido sin formación ni cultura y tampoco es un país pobre. Al contrario, estamos hablando de la primera potencia económica y militar del planeta. Solo queda la tercera opción, la frustración y el desencanto ¿Ante qué se siente así la sociedad estadounidense y por extensión Europa? No nos engañemos, para que cualquier "revolución democrática" triunfe, independientemente de su posible legitimidad intelectual o social, ya sea Bolivariana, Hitleriana, o porqué no "Trumpariana" tiene que haber un claro y marcado componente económico. Podríamos quedarnos con esta explicación, pero seamos honestos y vayamos un poco más allá. La clave del éxito de los fenómenos populistas no está en esa perenne lucha de clases y la injusticia social, ni contra la pobreza, tampoco contra la corrupción política, ni contra el mantra de las oligarquías del poder, todo esto siempre ha formado y formará parte de nuestras sociedades, pues es intrínseca a la propia condición humana, el quiz de la cuestión está en el empobrecimiento de una gran porción de la sociedad, el de las clases medias. La crisis mundial y más en concreto una nefasta gestión de la misma, nos despertó del sueño, de la noche a la mañana muchos de aquellos “nuevos ricos” de finales de los noventa, se convirtieron en unos nuevos pobres aún más frustrados que los pobres que nunca dejaron de serlo, incrédulos e indignados ante su injusta e "inmerecida" situación. Son incontables las veces que he podido escuchar estos últimos años la frase ¿Cómo me ha pasado esto a mi? O ¿Cómo hemos llegado a esto? Es en ese punto donde estas personas que jamás pensaron en una revolución, principalmente porque no la necesitaban, demandan una explicación simple a todos sus males, y desde luego sin hacer el más mínimo examen de conciencia y de esta manera poder ver los propios errores. Para dar respuesta a este grupo social suelen aparecer estos magos de varita de Magia Borras bajo el brazo, prometiendo la rápida devolución del perdido estatus y a decirnos solo lo que queremos oír. No nos dirán que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, tampoco nos recordarán que en los noventa también había mucha gente excluida y que en esos años poco o nada preocupaban, pasarán por alto que el tan denostado sistema de ahora, es el mismo que el que nos sirvió en esa época para vivir veraneando en Punta Cana y con cuatro coches por familia ¿Qué queremos escuchar? Que "la gente" la masa social no tiene responsabilidad alguna sobre su triste destino, que la culpa es de otros, de los emigrantes, o del sistema, de las multinacionales, o de los políticos, del vecino del quinto o del cambio climático ¿Qué más da? La técnica es la misma, ofrecer al populacho un concepto simplón sobre el que descargar esa ira y esa frustración. Hace unos meses escuché al mediático populachero español decir que España vivía un momento leninista, y que había que aprovecharlo en pos de la consecución de su ansiada revolución ¿A qué momento o mejor dicho a quién se refería? Obviamente no mencionaba a las clases más adineradas, y tampoco a los estratos menos favorecidos, pues al fin y al cabo para cualquiera de estas clases el cambio durante la crisis no fue tan significativo. Se refería sin duda, a quien más ha sentido el golpe de la crisis, se trataba de ese adormecida clase media siempre acunada por la socialdemocracia y que de repente era despertada de un tremendo e inesperado "bofetón" en forma de ajustes, la corrupción y el paro.
Sin entrar en el detalle de todos estos discursos populistas, podemos observar en la mayoría de los casos varías coincidencias en su ideario, no son otras que la disrupción y el odio. Esto es lo realmente pavoroso, que por encima de  las ideas políticas, de nuevo triunfan en nuestros países estos decálogos fundamentados en emociones, que básicamente están basadas en el rencor, el odio y la frustración, y que tienen como objetivo dividir y fraccionar un mundo que hoy más que nunca debería ser global. Y yo me pregunto ¿Acaso es posible crear partiendo desde sentimientos tan perversos? La experiencia nos dice que no, pero como dijo Obama el pueblo ha hablado, por lo que debemos dar una oportunidad a Trump y a sus más de sesenta millones de votantes, quizá en esta ocasión el pueblo si haya sido sabio.

Para terminar dejo una frase de George Bernard Shaw con la que no puedo estar mas de acuerdo ``La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que merecemos´´