jueves, 5 de marzo de 2015

Con una bandera por taparrabos

Me gusta estar informado, para lo cual y muy a mi pesar me veo en la obligación de ver y leer las noticias de los diferentes medios. Sí, dije muy a mi pesar, y es que empiezo a estar cansado de que los personajes públicos me insulten en cada noticiero, en mi cara y reiteradamente. Hace unos años los insultos llegaban casi de soslayo y albergaba dudas, hoy es como si José Mota caracterizado en cada uno de sus personajes me dijera en cada telediario "es que eres muuu pero que muuu tonto" Da igual el signo o condición de esos personajes insultantes, al final todos menosprecian nuestra inteligencia de la misma forma y con similar cadencia. Todo comienza cuando a alguno de los susodichos se le "pilla con el carrito del helado" al principio por supuesto, el guión les indica una rotunda negación de la mayor, aunque ésta sea incuestionable y meridianamente clara, a ellos les da igual, cara de indignación y a negar lo evidente. Una vez los hechos pasan el limite de la presunción a imputación, estos vilipendiadores entran en un mosqueante estado amnésico, comienzan a no recordar y no conocer las actividades de los cómplices de sus tropelías, aunque éstos sean sus amigos, primos, hermanos, padres o porqué no? Incluso sus propios cónyuges. Pero no queda ahí la cosa, esta especie de clase seudo sociopata no tiene suficiente, pues rebasada la barrera de la imputación nos volverán a insultar con descaro, arrogancia y sin vergüenza alguna. Es en este punto cuando se enrollan en una bandera, intentándose tapar las vergüenzas con la enseña que hasta ese momento les hubiera identificado, y ofreciéndose ante la sociedad como las víctimas de un complot o conspiración del contrario, ya sea politico, deportivo, mediático.. Vimos atónitos a Monedero proclamarse mártir de la ultraderecha y el régimen del 78, a Bartomeu santificarse ante los poderes del estado y del R. Madrid, a Barcenas convertirse en chivo espiatorio de su partido político, y así un largo etcétera hata llegar a la beatificación de una familia entera, la dinastia mas catalana, el linaje mas depurado y virtuoso del "País Catalán" sacrificado por el anticatalanismo de un periódico y como no, del sacro imperio soberanista y tirano estado español, - Cataluña no se merece esto- decía la Ferrusola, ahí es nada el delirio! Una vez alcanzado este grado de lo absurdo, la ilustre familia se torna tan grotesca y ridícula como arrogante y desvergonzada en cada una de sus alocuciones, y lo verdaderamente intrigante es si alguien aun les cree. Un ciudadano medio español y/o catalán debería darse cuenta de que está siendo insultado y ofendido por este clan, pero observando la intención de voto de las últimas encuestas tengo serias dudas ¿Sirve el argumento de la persecución y la conspiración? Pues sí, para muchos es la creencia en dogmas de fe o excusas para seguir en lo "conveniente" Pensaba desde mi inocencia que este país era meridianamente maduro en cuanto a cultura política, pero nada más lejos de la realidad, ni siquiera la experiencia prima en la elección del voto. Para una gran parte de la sociedad, en este caso la catalana, importa mas bien poco la larga lista de delitos de esta familia, tampoco que el partido que tantos años ha representado Pujol, este mezclado en este y otros turbios asuntos, CIU volverá a ganar y lo hará porque hay un elevado número de catalanes que esta de acuerdo con su gestión, con todo lo que conlleva esa gestión, de igual forma que Susana Díaz volverá a ganar en Andalucía aunque su gobierno tenga a sus espaldas el mayor caso de corrupción de la historia de la democracia y tenga una tasa de paro de casi el 40%. Ciertamente en estas dos autonomías, donde la realidad traspasa la ficción algo extraño sucede, algo que al resto de españoles se nos escapa o no nos atrevamos a decir y que tal vez tenga que ver con el tiempo que llevan gobernando, y es que casi cuarenta años es sobrado tiempo para "convencer" a esa parte de la población que garantiza eternamente un gobierno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario