domingo, 12 de noviembre de 2017

La gran mentira del independentismo Catalán

En mi último dibujo relacionado con el nacionalismo catalán y sobre todo por propia higiene mental, me prometí intentar dar las menos vueltas posibles al asunto, y aun menos dedicar parte de mi escaso tiempo a caricaturizar algún nuevo personaje que tuviera que ver con el tema. Diez meses hace de esta intención, pero la exponencial gravedad y velocidad de los últimos acontecimientos en Cataluña me han devuelto a una realidad en la que resulta complicado desinhibirse de la lucha pasiva, y digo bien lucha pasiva.
En este prolongado proceso, que para algunos ya dura más de cinco años, y para otros entre los que me encuentro, más de treinta, la saturación de noticias y la enorme cobertura mediática en las últimas semanas de todos los medios de comunicación, el farragoso juego de trileros de los líderes independentistas y la extraña estrategia de desgaste del Gobierno de España han desembocado en un torrente de emociones y sentimientos nocivos en la ciudadanía, que nos acercan peligrosamente al borde del agotamiento y el hastío, o en el peor de los casos a la radicalidad.
En estos últimos meses, y aunque cada vez es más difícil, esa es mi lucha. No caer en el abatimiento, y sobre todo en no extremar esos sentimientos y reproches que por momentos parecen ser más imperdonables. Nadie debería caer en la desidia, pues esto ya no es una lucha por la independencia de un pedazo de España, es una lucha mediática en la que unos pocos pretenden colocar en tela de juicio los cimientos de un estado moderno y democrático a partir de la reiteración de una gran mentira, pretendiendo quebrar los principios y instituciones básicas, y en pos de alcanzar una suerte de estado revolucionario que solo unos pocos anhelan. Todos y cada uno de nosotros, todos debemos esforzarnos en esa lucha mediática, cada cual con sus medios, desmontando y rebatiendo esa reiteración de mentiras una y otra vez con el fin de intentar restituir la realidad en esa parte de la población engañada por unos líderes tan infames como cobardes. Tal es el estado de abducción de esta parte de ciudadanos que se antoja tarea complicada, pero creo que es el camino, y aun más complejo será hacerlo desde una sincera pedagogía y  comprensión. Estas últimas semanas de general indignación es fácil caer en el reproche, en el insulto o en la descalificación, y estoy seguro que todo esto no hace sino enconar esa gran mentira en el independentismo, buscando así algún sentido a todo este delirio colectivo.
Reconozco que soy el primero en caer en la tentación del reproche, creo que podría hacer al menos diez o doce, y no se los haría a los líderes independentistas pues llevo haciéndolo años, solo sería reiterar una vez más mi mayor desprecio hacia ellos. Se los haría a mis amistades afines al proceso, gente inteligente, interesante, crítica y justa que han sido engañados, manipulados y enardecidos gracias a su fuerte arraigo indentitario y a su naturaleza rebelde. Pero no lo haré, observando lo sucedido y dado que yo ni soy inteligente, ni interesante, ni justo pero que si me considero rebelde y con fuerte arraigo español, podría haber sufrido o incluso estar sufriendo del mismo fenómeno nacionalista por lo que no caeré en la tentación del reproche fácil por algo que cualquiera podría padecer y a quienes sigo considerando verdaderos amigos, aunque en algunos casos y por desgracia ya no sea recíproco. No pierdo la esperanza y estoy seguro que algún día, entre ellos y yo las cosas volverán a la normalidad, y con ella nuestros divertidos e intensos debates políticos acerca de este y otros temas en los que el único acuerdo posible será la cafetería en la que nos sentemos de nuevo a conversar.
Al principio de este desvarío comenté que este gran lio no lo solucionaría ni Rajoy, ni el Rey, ni las fuerzas de Seguridad, ni la fuga de empresas, ni la opinión internacional y tampoco los líderes independentistas, estaba convencido de que solo la visibilidad de esa mayoría no independentista silenciosa catalana podría demostrar al independentismo que este delirio era una aventura imposible, que es demasiado lo que nos condena al entendimiento y de esta forma que España y su historia no se entienden sin Cataluña y su historia, y por supuesto y de igual modo la comprensión de Cataluña sin España. Queda un largo y duro camino, en el que veremos realmente si los tres poderes de nuestra democracia funcionan de forma independiente y si el cuarto poder, más politizado que nunca influye decisivamente. Nuestra sociedad y nuestro tiempo se encuentran en un punto del trayecto donde se requieren amplias reformas en busca de nuevo de un espacio de consenso y entendimiento, y sobre todo queda un largo recorrido en el que de nuevo todos los ciudadanos seremos protagonistas demostrando una vez más, que la convivencia desde el respeto al orden constitucional no solo es posible, sino necesaria.

Tal y como comenté en párrafos anteriores, todos debemos aportar nuestro granito de arena en esta guerra mediática y aquí os dejo en mi humilde Blog, el mío. Una pequeña colección de enlaces que fui recabando sobre algunos de los mantras creados por el secesionismo en torno a la gran mentira y sobre los que no haré comentario alguno, que cada cual reflexione y saque sus conclusiones:
























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